BOEDO

Ochenta años más tarde, Alfredo Rubin continuó la línea de la poética callejera de Dante A. Linyera –más hermética y umbría, eso sí- al glosarle una elegía al barrio de Boedo. El primero escribe “Bluses de Boedo”, que no es un blues sino un tango hecho y derecho: “La radio escupe y chilla su marketing de baba / ‘la droga no progresa’ se lamenta el buey jipón / silbando bien milonga yo me abro calle abajo / los bluses de Boedo cruzan por mi corazón”.

Linyera, que se llamaba Francisco Bautista Rímoli, había nacido en 1903 en un hogar humildísimo y se erigió en el poeta arrabalero lunfardo por antonomasia, describe así su fervor barrial: “Sos barrio del gotán y la pebeta / el corazón del arrabal porteño / cuna del malandrín y el poeta / la capital, del arrabal”. Lo escribe en 1928 como continuidad de la inspiradísima composición pergeñada por Julio de Caro, que para ese entonces tocaba todas las noches en el cine Renacimiento, de Lavalle 925, matizando las jornadas de biógrafo que todavía no era sonoro.

“La empresa Coll y Di Fiore me instó para actuar en su cine Renacimiento que, abarrotado de cintas alemanas, francesas, italianas (pocas) y españolas (muy de capa caída en aquella época) pasaban sin pena ni gloria –narraría De Caro en sus memorias-. El Renacimiento no ofrecía ninguna perspectiva comercial para sus dueños, razón que los alentó a entrevistarme, confiando les levantase las acciones en franca baja”.

Pero De Caro, enrolado en la corriente “evolucionista”, estilísticamente emparentado con el tango romanza (denominación que se utilizara por primera vez en 1924 con “Griseta”), tenía su hinchada. Que era numerosa, precisamente porque había en su orquesta una riqueza armónica especial, que venía arrastrando desde los inicios de los años 20 junto a compañeros de ruta coetáneos como su hermano Francisco, Pedro Maffia, Juan Carlos Cobián o Elvino Vardaro.

Además en los cines se fogueaban las orquestas y se estrenaban las composiciones. Anselmo Aieta en el Hindú, Pedro Maffia en el Electric Palace, Roberto Firpo en el Gran Cine Florida, Francisco Lomuto en el Select Suipacha o Cayetano Puglisi en el Paramount eran algunas de las tantas alternativas para escuchar buenas orquestas y nuevos tangos. De hecho, en ese 1928 De Caro estrena en el cine “Orgullo criollo” (de Pedro Láurenz y el mismo e Caro), “Loca bohemia” (de Francisco De Caro) y “Mal de amores” (de Pedro Láurenz). También compone “Moulin Rouge” (letra de Luis Mario), así como Linyera escribe “Fayuta”, “¡Te conozco mascarita!” y “Florida de arrabal”. Ninguno de ellos tendría perdurabilidad en la continuidad histórica del tango. En cambio, “Boedo” resiste el paso del tiempo, y como una curiosa simbiosis entre música, letra y barrio, sigue remitiendo en la actualidad a las mismas calles que pisaran sus autores, en aquel 1928.

Letra

Sos barrio del gotán y la pebeta,
el corazón del arrabal porteño,
cuna del malandrín y del poeta,
rincón cordial,
la capital
del arrabal.

Yo me hice allí de corazón malevo
porque enterré mi juventud inquieta
junto al umbral en el que la pebeta
ya no me espera
pa’ chamuyar.

Boedo, vos sos como yo:
malevo como es el gotán,
abierto como un corazón
que ya se cansó de penar.
Lo mismo que vos soy así:
por fuera cordial y cantor,
a todos les bato que sí
y a mi corazón le bato que no.

Sos como yo de milongón… Un cacho
del arrabal, en su emoción del lengue,
ande el gotán, provocador y macho
hoy es el Dios
Nuestro Señor
del Berretín.

¿Qué quiere hacer esa fifí Florida?
¡Si vos ponés tu corazón canyengue,
como una flor en el ojal prendida,
en los balcones
de cada bulín!